Prefacio - Seis kilos por cabeza.


              Era la segunda cabeza que cortaba esa noche. La gente no sabe en realidad lo que puede llegar a pesar una cabeza humana y lo complicado que es separarla del cuerpo. Lo mejor, había descubierto, era aplicarle primero un golpe de hacha en el cuello, y una vez el hueso estuviera partido tan solo quedaba utilizar un buen serrucho. De esta manera el proceso era más rápido y por increíble que parezca menos pringoso. Por precaución llevaba una máscara de plástico originalmente diseñada para cubrir el rostro del sol. No daba buena visibilidad en la oscuridad pero no podía permitirse nada mejor al ser lo único que tenía que cumpliera su función. Alzó la vista nuevamente ante el panorama y contó. Todavía le quedaban dos cabezas más.

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